El vicedirector fantasma
Serie de ¿Cuentos o Realidades?
En el ex Colegio Nacional teníamos 3 turnos. Mañana, tarde y noche. Cada uno con su vicedirector y los 3 bajo la supervisión de la directora.
En la década de 1990 hubo muchos cambios en la sociedad, la tecnología, la política mundial… Muchos cambios para bien pero en Argensauria todo indicaba un presente bastante difícil y para peor a futuro. Pero eso ya da para otros “cuentos”.
Y en las escuelas también, muchos cambios y nada para bien. Comenzamos con la maldita Ley Federal de Educación y ese delirio inconcebible que fue la EGB 3-Polimodal, el cambiar la forma de evaluación cada año, los programas de estudio para quitar temas muy importantes en todas las materias, el destruir la historia de las escuelas ya centenarias y hasta cambiarles el nombre. Se iban desdibujando las historias. Iban desapareciendo de nuestra vista presente.
Entre tantas pérdidas y cambios, en el ex Colegio Nacional nos quedamos sin vicedirectora del turno tarde. Susi se jubiló, si mal no recuerdo, en 1997. Y bien ganada. Pero a la tarde quedamos huérfanos. Y por muchos años.
Resulta que, año tras año se hacía la solicitud para cubrir la vicedirección del turno tarde y año tras año… ¡Ni nos contestaban! El cargo seguía sin cubrirse al entrar al nuevo siglo y sus primeros años seguimos en la orfandad. Las solicitudes nunca tenían respuesta. Entraban a la habitación de los fantasmas.
En 1995 ocurre algo que, al principio, la gran mayoría no tenía ni idea de qué era; llega la internet a Argensauria y con esta nueva tecnología comenzaron (muy de a poco) a aparecer sitios web de las reparticiones oficiales. Cuando eran de educación, con mi colega Gustavo nos zambullíamos a analizarlas hasta el último enlace y también en su código fuente (para ver cómo se hacían los sitios web). Así, en 1997, inauguramos el sitio web de nuestra escuela que fue la primera web de escuela secundaria pública de Argensauria. ¡Gran logro!
Pasaron casi 10 años en que no tuvimos vicedirector en el turno tarde. Muchos docentes y directivos tomaron esta situación como algo normal e insoportable a la vez. Pero resulta que una mañana aparece mi amigo Gustavo y me comenta que en el sitio web de la provincia de Buenos Aires para el tema educativo apareció una sección nueva en la que podíamos ver, escuela por escuela, a su personal directivo. Entonces, nos miramos. Solo eso. Nos miramos y al mismo tiempo nos dirigimos a la computadora del gabinete de informática, prendimos los aparatos, entramos al sitio web, buscamos nuestra escuela y… Y… Y… ¡Voila! ¡Teníamos vicedirector del turno tarde! No obstante, una aclaración: Esa persona vivía en La Plata y nosotros estamos a 300 km de distancia.
Acto seguido, le mostramos nuestro descubrimiento del vice fantasma a nuestra directora. Al ver esta situación por la que encontramos la explicación de por qué durante casi 10 años no nos cubrían el cargo ya que estaba ocupado por “el fantasma Casper”, y conteniendo la reacción que no sería propia de una dama, clavó los ojos en el teléfono de su despacho y llamó directamente a La Plata. Con Gustavo salimos sigilosamente para no provocar ni una distracción ni perturbar la incendiaria calma que nuestra primera dama tenía en su impertérrita estampa.
A los pocos días, “el fantasma Casper” no figuraba más en la web como vicedirector de nuestra escuela en el turno tarde y no pasaron 3 meses que fue nombrada una persona en el cargo vacante por más de 10 años para nosotros pero que el gobierno provincial pagó mes tras mes y año tras año.
No fue por ser maliciosos ni mal pensados. Pero en aquellos días se nos dio por cotejar cargos vacantes que hacía tiempo no se cubrían en nuestro distrito y nos encontramos con varios fantasmas más. Algunos de ellos, con el mismo nombre y apellido. Y por contactos con docentes de otras escuelas de la provincia por correo electrónico comprobamos que este tipo de situaciones era “normal” y los fantasmas se multiplicaban por los 135 municipios.
Por la internet comencé a difundir esta situación y firmé la correspondiente denuncia en… ¡Una dependencia dirigida por los mismos denunciados! Sí, en Argensauria las cosas son de esta manera. Y claro, todo quedó en el mar del olvido.
No importa. Acá estoy para recordarlo a quién le pueda interesar.
(Seguirán otros cuentitos para destruir al olvido).
Federico Martín Maglio