Nota del Diario Infobae, 10 de octubre de 2015
Por: Claudia Peiró cpeiro@infobae.com
En este secundario bonaerense para adultos, docentes
precarizados son amenazados por punteros y militantes para que no pasen
faltas y aprueben a todos. El testimonio de Andrés Trigo, agredido por
activistas del Movimiento Evita
En un hecho silenciado por las autoridades, el profesor de Historia
Andrés Trigo fue violentamente agredido por una patota integrada por
algunos de sus estudiantes, referentes del plan y militantes de la
cooperativa La Fábrica de Avellaneda.
La agresión tuvo lugar
hace tres meses pero la noticia sólo circuló en páginas web en las que
algunos docentes de este programa hacen catarsis. Porque, como algunos
de ellos dijeron a Infobae, FinEs2 no es una escuela, sino un plan cada
vez más manejado por punteros y referentes de movimientos sociales de
cuño kirchnerista.
Como lo hace en muchos otros aspectos, también en la
Educación
el Gobierno prefiere manipular la estadística antes que resolver el
problema. Para mostrar que cumple con la obligatoriedad del secundario
ideó en 2012 el plan FinEs2 que, con la mitad de la carga horaria de las
escuelas de adultos clásicas (CENS), permite obtener el mismo título.
Como surge del testimonio que Andrés Trigo dio a
Infobae,
en el fondo, detrás del FinEs se esconde otra gran red clientelar. A la
ligereza de contenidos y la informalidad de los mecanismos, se suma la
presión de los punteros para que los docentes no pasen faltas y
aprueben a todos.
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La Cooperativa La Fábrica, en Villa Domínico |
"El profesor exigente es odiado o le vacían la comisión –dijo a
Infobae
otro docente del FinEs que pidió reserva de su nombre ya que sigue
dando clases en el programa-. En FinEs hay alumnos con 8 y 9 de promedio
en lengua que no saben leer. En su mayoría son analfabetos funcionales.
No entienden la bajada de un artículo de una revista frívola".
A
Andrés Trigo lo echaron a golpes y patadas de su sede por tomar un
examen escrito y no aprobar a toda la clase. Él hizo la denuncia
correspondiente ante la Policía (ver facsímil más abajo) y ante las
autoridades municipales.
Infobae se comunicó con Gabriela
Navarro, la inspectora del FinEs del distrito Avellaneda, para saber qué
medidas se habían tomado en el caso, pero esta funcionaria cortó el
teléfono y no respondió las consultas vía mail.
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Edificio municipal "Néstor Kirchner", en Avellaneda |
Por otra parte, fuentes judiciales confirmaron que existe una causa
abierta para investigar la denuncia de Trigo, y que la misma se
encuentra en trámite en la UFI Nº4 de Avellaneda, a cargo del fiscal
Guillermo Castro.
Castro citó a Trigo a fines de este mes para
que declare y describa el hecho, lo que será fundamental para continuar
la investigación y establecer responsables. Cabe señalar que el profesor
identificó a varios de sus agresores con nombre y apellido, como puede
verse en la copia de la denuncia.
La charla con Andrés Trigo
—¿Dónde estaba dando clases usted cuando ocurrió este episodio?
—En
La Fábrica, una cooperativa del Movimiento Evita en Avellaneda. Yo soy
docente en el programa desde 2012, desde sus inicios. Pero cuando el 10
de julio pasado viví este episodio de agresiones, tomé licencia por la
ART y ya no volví al programa. Yo daba Historia 2 en esa sede cuando, en
una clase, ingresa una referente [Cristina Tucci] a observar. En un
momento se generó un debate sobre un tema, y ella intervino para
desautorizar mis puntos de vista. Mi respuesta fue que estábamos en
clase y que si ella quería hablar conmigo, debía hacerlo al terminar.
—¿Una referente?
Referente
es el responsable del programa en la sede. Pero su rol no está bien
definido, es muy amplio, puede ser un preceptor, pero también puede
observar las clases e incluso intervenirlas, hacerte una devolución
delante de los estudiantes y hasta desautorizarte. No es algo raro en
FinEs. Ingresan al aula, hacen mate –el programa autoriza a estudiantes y
docentes a tomar mate—, pero también están evaluando el contenido y
generalmente se enfocan en lo referido a la realidad actual, lo que
incluye al gobierno vigente. En teoría, la postura es que en el aula se
debe respetar el pensamiento crítico, independiente, de cada estudiante y
del docente, pero eso no sucede.
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La cooperativa del Movimiento Evita donde daba clases Andrés Trigo |
—¿Hay una bajada de línea?
—Sí, y se manifiesta de
distintas formas: a través de una intervención o de la estructura del
programa. Se tiende a que la gran mayoría de los estudiantes finalicen
el secundario. Queda por analizar si realmente hacen todos los méritos
para obtener el título. FinEs2, en sus inicios, era bastante interesante
porque incorporaba a una educación, si se quiere popular, a todo un
sector que antes no podía incorporarse a la educación formal. Pero se
fue desvirtuando. Porque al sector que quiere cumplir el sueño de
terminar el secundario, se le fueron sumando otros. Por ejemplo, los
beneficiarios de un plan que les exige terminar los estudios y tal vez
no lo hacen por propia decisión.
—¿Por ejemplo el plan Progresar?
—Para
cobrar el plan Progresar una alternativa es el FinEs2, pero también lo
es la educación formal. Sucede que hay un porcentaje de estudiantes que
pudiendo incorporarse a la educación formal, eligen el FinEs2. Y acá
empieza lo complejo.
—¿No se está incentivando así la
deserción de chicos de 15, 16 ó 17 años del secundario formal que se
dicen "total, cumplo 18 y hago el FinEs"?
—Sucede,
lamentablemente. La característica de que es más fácil... es complejo
decirlo. El docente trata de hacer bien su trabajo, pero hay una
estructura. En general, los números marcan que la gran mayoría se
recibe. Y ahí viene el conflicto con el ejercicio de la docencia. El
nivel de exigencia que quiere imponer el docente por ahí no se condice
con el de otros docentes dentro de una misma sede; es lo que me pasó a
mí.
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Cooperativa La Fábrica, Villa Domínico |
—¿Qué pasó luego de la discusión con la referente?
—Le
dije que si quería darme una devolución, me la diese después de la
clase. Y cuando me la dio me dijo que no le había gustado la crítica al
gobierno. Yo le contesté que me regía por el diseño curricular y que el
origen de todo el contenido estaba en las fuentes, porque si no la
docencia termina siendo una charla de café.
—¿Pero siguió dando clases?
—Sí,
pero ya incómodo, porque me desautorizaron delante de los estudiantes y
también porque las sedes tienen un perfil muy notorio cuando están
incorporadas a un movimiento social; no es una escuela, es una sede, y
allí funciona una cooperativa del Movimiento Evita. No hay un aula, sino
un espacio físico en un hall. Mientras yo estoy dando clases, entra y
sale gente, o viene un empleado de la cooperativa a informarle algo a un
estudiante que corta la clase y se pone a conversar: ése es el clima.
Yo no permitía eso y ahí empieza la tensión. Hay un discurso que te dice
que podés trabajar libremente, pero en el ejercicio de la docencia
muchos elementos están solapados y eso se ve en el aula. Hay un rechazo
del estudiante a la tarea, en muchos casos éste quiere marcar la tarea
del docente o el criterio de evaluación; no sucede en todas las sedes,
porque estaría siendo injusto con muchos estudiantes que realmente
quieren aprender y que me brindaron todo su apoyo. La población de
FinEs2 es compleja pero no quiere decir que todos los estudiantes tengan
esta actitud de rechazo al proceso de aprendizaje; hay muchos que
tienen realmente ganas de aprender y lo viven como una gran oportunidad;
de hecho, así nace el programa, como una oportunidad para un sector.
Pero se ha ido complicando porque se suman sectores que no tienen la
intención de estudiar; van porque necesitan cobrar el subsidio.
"Los dejo libres, pero después me rompen el auto,
la moto o me esperan afuera..."
—¿Hay una presión para que los docentes no pongan faltas y aprueben a todos?
—Hay
un doble discurso, porque primero se autorizaban 4 faltas y luego se
dijo 3 –sobre las 16 clases de un semestre—, pero en el día a día es el
docente el que tiene que informar al estudiante que queda libre y con
frecuencia hay una reacción violenta, como mínimo, verbal.
—Son todos adultos y el docente está solo frente a ellos...
—Sí,
y al no haber una institución, el docente sabe lo que puede pasar
después –y hablo en nombre de muchos compañeros—: los dejo libres, pero
después me rompen el auto, la moto, o me esperan afuera... Uno va
perdiendo espacio como docente y eso es lo grave; por eso estoy acá
también, para que quien quiera informarse del tema lo escuche de boca de
una persona que trabajó varios años en el programa.
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Villa Domínico, Avellaneda. La sede del Plan FinEs donde fue agredido el profesor Andrés Trigo |
—¿Quién lo agredió a usted? ¿Los alumnos o la gente de la cooperativa?
—Fue
así: el 10 de julio yo cierro notas del cuatrimestre, entonces tomo el
último examen escrito y, al calificar, muchos no habían aprobado.
Durante el desarrollo de la prueba llaman a la referente, que ingresa al
aula a pedirme explicaciones. Le dije que estaba tomando una prueba
escrita y automáticamente empieza a insultarme: que qué me creía yo. Le
dije que era el docente, que estaba a cargo del grupo, que se retirase;
me dijo que no se iba a retirar porque ella era de ahí. Los estudiantes
que no eran capaces de hacer la prueba, decidieron sumarse al reclamo;
empezaron a gritarme, a insultarme y hasta a amenazarme. Mi actitud es
defender mi espacio, para eso fui capacitado. Logré terminar la clase y
cuando entrego la planilla, la referente dice: "Mirá a cuántos
desaprobaste", me insulta, me acusa de loco... Y no me dejaban ir
"Tomatelas pibe, no sabés donde te metiste"
—¿Cómo terminó la discusión?
—Bueno, esta militante del
Movimiento Evita me "escolta" hasta afuera mientras seguía insultándome.
Se enteran todos los operarios de la cooperativa que naturalmente toman
partido por la referente, se suman a los estudiantes y cuando llego a
la vereda ya había un tumulto de gente. Cuando trato de arrancar mi
moto, me agreden, me tiran con la moto y después ya fue una pelota, me
llevan de un lado a otro, golpes, patadas e insultos, de los
estudiantes, de personas de la cooperativa, de la referente. Me
golpearon varias veces, me caí y me paré varias veces, pero no podía
salir de esa pelota. Hasta que uno de ellos tomó conciencia y
textualmente me dijo: "Tomatelas pibe, no sabés donde te metiste", me
hizo ganar dos o tres metros y en ese espacio agarré mi moto y me pude
ir.
—¿Dónde hizo la denuncia?
—En la comisaría de Wilde, pero también en la sede central de FinEs de Avellaneda.
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La denuncia de Andrés Trigo en la comisaría de Wilde |
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La denuncia de Andrés Trigo en la comisaría de Wilde |
—¿Hubo algún resultado?
Fui citado por la inspectora del FinEs2 de Avellaneda,
Cecilia Navarro,
en un edificio que se llama Néstor Kirchner, a la misma hora que citó a
mis agresores. Cuando llego, los señalo: "éstos son los que me
agredieron". Y una estudiante me grita: "Eh, no sea maleducado, no se
señala con el dedo". La inspectora terminó acusándome a mí, diciendo que
yo generé todo esto por no informar a tiempo. Para esta señora el
problema era yo. No se me contuvo como se debería contener a un
trabajador en esta situación. Luego tomé licencia.
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El edificio municipal "Néstor Kirchner", en Avellaneda |
—¿Por qué es necesaria esta estructura paralela, si ya existen los CENS (Centros Educativos de Nivel Secundario) para adultos?
—Esa
respuesta tal vez la podrían dar los que diseñaron el programa, los
docentes nos lo preguntamos. En primera instancia FinEs nace como un
programa para un sector de gente que no iría a la estructura formal, los
cinco días de la semana.
—¿Por qué no iría?
—Un
tema es que el CENS exige 5 días de asistencia por semana, y clases de 4
ó 5 horas cada día; en el Fines2, las clases son dos veces por semana, 4
horas y media, tal vez 5. Es decir, 9 ó 10 horas semanales, mientras
que en el CENS son 20. Otro tema es el lugar físico: trasladarse a un
CENS, que puede quedar lejos, o a una sede FinEs, dentro del barrio. O
el mayor nivel de exigencia del CENS. Y el ambiente: el estudiante se
siente cómodo en el FinEs porque está aprendiendo con el vecino, con el
familiar. Una sede puede ser una casa particular: el referente es el
dueño o la dueña, por ende, ahí manda ellos. Ese referente puede ser a
su vez estudiante del FinEs. He tenido casos en que mi estudiante es la
dueña de la casa y a la vez referente de la sede. Entonces pasa que hay
una disputa de poder con los docentes. Hay casos en los que el FinEs se
dicta en casas no reúnen las condiciones mínimas de habitabilidad para
el referente. El docente ingresa a la sede y un mismo ambiente es
dormitorio y comedor del referente y a la vez aula de clase. Mi pareja,
que también fue docente en FinEs, llegó a dar clase en una habitación
en la que una sábana colgada separaba los colchones donde dormía la
familia del "aula". Mientras ella daba clase, los chicos desayunaban o
la dueña de casa recibía visitas.
"El secreto a voces es 'incorporate a FinEs, en FinEs no te exigen, todos aprueban"
—Estos programas ¿no sacrifican calidad en nombre de la inclusión? Regalar un título no es incluir...
— Bueno, el secreto a voces es
"incorporáte a FinEs, en FinEs no te exigen, todos aprueban,
en Fines todos tienen el título".... Entre los docentes, hay un sector
que quiere hacer las cosas como corresponde, dar el contenido, fijar
criterios de evaluación, pero la realidad es que la gran mayoría
aprueba. Y si se me pregunta: ¿la gran mayoría puede trasladar el
conocimiento a la hoja o de forma oral?, respondo que es muy difícil que
así sea. La estructura del programa tiende a que haya pocas clases: el
contenido forzosamente se tiene que recortar. Que no se malentienda: mi
posición es que todos tenemos derecho a educarnos y con calidad y el
Estado tiene que tener en cuenta que si nos educa también es su
obligación darnos las condiciones para incorporarnos al sistema laboral;
si esa etapa falla, también falla lo primero. Es complejo porque en la
gran mayoría los estudiantes están muy conformes porque ven una
oportunidad que antes no tenían. Ahora, lo que le estás ofreciendo,
¿cómo y para qué se lo estás ofreciendo? Ese sería el gran interrogante.
—¿No
es una estafa a esos estudiantes? Reciben una formación que no está a
la altura del certificado de estudios que van a tener. ¿No es también
una injusticia para el que se esfuerza en ir al CENS y luego ve que a
otro, por mucho menos, le dan el mismo título?
—La estafa
sería para el estudiante que, cuando tiene que competir por un puesto
laboral, no logra acceder. O cuando se incorpore a una universidad
pública, y no pueda mantenerse y lograr la terminalidad. También se
puede sentir estafado un estudiante de la educación formal en esto de
fracasar en integrarse al mercado laboral. Hay una mirada hacia la
educación que confía en que a través de los títulos que va entregando el
Estado se garantiza el acceso a otros niveles de educación y al mercado
laboral, pero la realidad es que es muy complejo que la gran mayoría de
los estudiantes lo logre. Eso a veces se habla en el aula, yo lo
hablaba. Algunos estudiantes entendían esa mirada crítica y otros
reaccionaban: "¿Usted está en contra del programa?" Y esa misma postura
tiene la estructura: si criticás el programa es porque estás en contra.
No, mi posición es que
todos en Argentina tenemos el derecho de formarnos académicamente pero con un contenido de calidad.
—Por último, me mencionaba que además los docentes FinEs están en una situación de precariedad laboral...
—No
nos regimos por el Estatuto Docente, tenemos obligaciones pero nuestros
derechos, que están también en el estatuto, quedan al margen. Hay
demoras de hasta cuatro meses en el pago de sueldos docentes. Entonces
se dan situaciones trágicas, como que los profesores van a dar clase con
el estómago vacío y terminan comiendo las medialunas y el mate que
llevan los alumnos. ¿Quién puede luego evaluar en ese ambiente? ¿Cómo se
los califica después? A algunos docentes los estudiantes les cargan la
SUBE para que puedan ir a clase.
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