Son incontables la cantidad de historias de vida que se pueden contar de una persona a la que se la debe recordar siempre con una sonrisa y honrando sus enseñanzas, sus profundas enseñanzas.
Siempre apoyó a quienes enseñaban a pensar. Él era el primero en esa tarea. Apoyó siempre a los alumnos en sus caminos de vida. Apoyó a los docentes. Apoyó al personal de maestranza en las escuelas. Apoyó a la gente de las parroquias. Siempre apoyando y nunca pidiendo nada para él mismo. Siempre para los demás.
Padre, mil gracias por todo. Siempre lo seguiremos llevando, como hasta hoy, en nuestro interior. Usted está en nuestras personas por haber influido tanto en la formación que tenemos.
Un beso y un gran abrazo. Todos los días. Cada día de mi vida, como lo fue hasta hoy, seguirá siéndolo por siempre.
Vínculos a diversas notas y videos...
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- Pesar por el fallecimiento del padre Eduardo
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