"Todas las opiniones políticas son respetables (o valorables)".
Esto, que ya es un mito entre los argentinos, es tan falso como una moneda de papel.
¿Por qué? Ahí vamos, pero cortito...
- Opinión es doxa, no episteme (el verdadero conocimiento). Una opinión no necesita verse apoyada en argumentos empírica o teóricamente demostrables. Es una idea basada en mitos, leyendas, publicidades... es repetir lo que otros han dicho o expresar alguna conclusión personal sobre experiencia propia.
- Si todas las opiniones políticas son respetables, entonces, lo primero que hay que hacer es cerrar la carrera de Ciencia Política en todas las universidades del planeta tierra. El conocimiento se ha ido creando a partir de la vida misma y de su estudio y análisis por parte de gente que se dedicó a estudiar un aspecto de la vida. Así se desarrollaron todas las ciencias a lo largo de la historia de la humanidad. Entonces, si todas las opiniones fueran respetables, tiramos el conocimiento a la basura y listo.
- A través de la historia ya se ha demostrado -trágicamente- que hay prácticas políticas nefastas. Por ejemplo, "si todas las opiniones políticas son respetables" ¿qué hacemos con un neonazi que expresa ideas políticas tendientes al totalitarismo y al asesinato en masa?
Dificultad en la escuela
Como docente de adolescentes, muchas veces se me hace difícil romper con mitos creados a partir de las "cosas" que los chicos escuchan en sus casas y en los medios de comunicación. Tan difícil que, cuando se va logrando el derrumbe de pre-conceptos y la construcción de nuevos conceptos, lo más común es recibir críticas de sus padres que algunas autoridades reciben alegremente porque se sienten identificados con esas ideas pre-conceptuales y siempre buscan con qué "pegarle" al docente que trata de enseñar.
Esta práctica la he tenido que soportar varias veces. Lamentablemente, puedo describir el estereotipo del docente-director que "busca presionar" a los docentes cuando sus prácticas áulicas buscan conceptualizar realidades. Ese estereotipo tiene nombre: Fascismo. Y, no es casualidad, esas personas -todas- pertenecen al mismo pensamiento político, son peronistas.
Esto no quiere decir que otros partidos políticos sean mejores (en el más amplio sentido); no, lo que quiero decir es que el fascismo está muy arraigado en nuestra sociedad y el peronismo le da a la gente identificada con él, un ámbito "agradable" para desenvolverse. Por "agradable" estoy diciendo un ámbito afín con sus inclinaciones totalitarias.
Una sociedad muy difícil
La sociedad argentina está muy atrasada en cuanto a saber y comprender aspectos que son básicos, esenciales y fundamentales que hacen que un habitante se transforme en ciudadano. Es un país en donde mucha gente tiene ideas equivocadas sobre lo que la Ciencia Política hace ya muchos siglos ha ido enseñándonos (a pesar de que se constituyó como ciencia moderna desde fines del siglo XIX). Además, esa mucha gente vota cualquier cosa que se presente con el escudito de tal partido político (por ejemplo, los llamados "votos cautivos" del Partido Justicialista o del Partido Radical, este último, en épocas ya pasadas). Es decir, la lealtad a un partido y/o a un líder (que encima ya está muerto) hacen que voten a cualquier personaje que se monte en una boleta electoral.
Estos partidos políticos argentinos no tienen una plataforma de propuestas, ni de valores, ni de Políticas de Estado. Hoy, podría afirmar, los partidos políticos representan el trampolín, la vía legal a la que se suben los aspirantes a la toma del poder y no lo que realmente deberían ser y representar.