Diferencias entre Historia y Memoria
¿Por qué se conmemora el golpe de Estado y no el día más relevante, la recuperación de la democracia? Es decir, ¿Por qué es feriado el 24 de marzo en vez del 10 de diciembre?
¿Por qué se conmemora en forma tan dividida?
¿Por qué una parte de argentinos se expresa con consignas contra la democracia y a favor de provocar la caída de un gobierno elegido por el pueblo en tantas expresiones como discursos, carteles y pintadas?
Todavía no se entiende qué es la democracia y ni el significado de república.
Diferenciando Historia de memoria
El terrorismo de Estado no comenzó en 1976. Bajo el peronismo (1973-1976) hubo desapariciones (unas 1.000), atentados, muchos asesinados y acciones de terror por parte del Estado. El Estado creó la Triple A que realizó muchísimos actos de terror en contra de sus críticos.
Toda esa época, hoy en día, sigue condicionada en su estudio y análisis por sectores políticos, organismos de derechos humanos y sectores sindicales que quieren imponer una versión y obligar a toda la sociedad a repetirla sin cambiarle una coma. Si alguien expresa algo diferente de ese “relato”, recibe ataques y violencia de todo tipo. Muchos ya plantearon desde hace tiempo que “decir algo políticamente incorrecto, aunque sea verdad, es perjudicial para la persona que lo expresa”. De esta forma autoritaria se intenta imponer a toda la sociedad una versión de lo sucedido que tiene muchas mentiras y algunas verdades a medias. Esconder hechos y documentos no es Historia, eso es manejo político llamado eufemísticamente, “memoria”.
¿Qué es “Memoria”?
La “memoria” es subjetiva, una narración emocional surgida de adhesiones a algún partido u orientación política. Siempre hay alguien o un grupo que esconde y tapa hechos y documentos que no le convienen para su propia versión de lo sucedido en el pasado. Esa gente digita lo que se debe decir y lo que se debe callar; establece una interpretación que todos los demás deben repetir. Se limita el discurso a determinados discursos y frases hechas y hace desaparecer la libertad de pensamiento y de búsqueda de nuevos hechos para ser analizados. Solo cabe una interpretación, y no se puede cambiar ni modificar.
Estas construcciones mentales luego se transfieren al accionar político. Por ejemplo, muchos de los que fueron a la conmemoración en la Plaza de Mayo pedían voltear a Macri (es decir, realizar un golpe de Estado cuando la fecha del 24 de marzo es para aprender que eso jamás devolver a suceder y por eso la consigna madre surgida en la CONADEP en 1985 es “nunca más”.
Es decir, la memoria es esclava de intereses y hasta de pensamientos autoritarios. Busca imponer un relato ahistórico, inmutable en el tiempo, que no cambie. No le interesa la verdad sino inventar una que se acomode a los intereses particulares o de un grupo o sector de pensamiento. Una vez impuesta, no admite cambios, nuevas preguntas ni nuevas investigaciones ni nuevos agregados. Manipulan el pasado para sentar las bases de un discurso político específico.
La memoria no tiene un método de estudio epistemológicamente avalado. Se rige por sentimentalismos y consignas de barricada vacías de muchas verdades que son negadas irracionalmente.
Memoria es doxa, solo una opinión que no tiene bases en la verdad que tanto pregonan.
¿Qué es “Historia”?
Es más racional; los procedimientos y la discusión son abiertos y siempre a la espera de nuevas preguntas, nuevos aportes de hechos, datos, investigaciones y documentos y luego, su interpretación, hipótesis y explicación de por qué ocurren determinados hechos, acontecimientos y procesos y cómo se dan. Todo puede ser discutido, ampliado, cambiado; cada generación tiene nuevas preguntas que van enriqueciendo la historia.
Es decir, la Historia es libre. Busca, en forma permanente, la verdad de lo ocurrido y su explicación. Preguntas muy básicas como ¿qué pasó, por qué, quiénes, cómo, dónde, cuándo, para qué? u otras más complejas pero siempre teniendo en cuenta las categorías de análisis. Reconstruye el pasado en forma permanente en cuanto a su análisis y no es apropiado por un discurso político específico (si es verdadera Historia, la científica, no la que la convierte en memoria).
La Historia tiene un método de estudio, su epistemología y es fruto de la evolución de diversos paradigmas a través del tiempo.
La Historia es episteme; quiere decir, conocimiento científico, verdadero.
La dictadura tuvo aspectos que siguen presentes. Comparar a Vidal con Massera o a Macri con Videla o decir que este gobierno es una dictadura es terrible, denota una ignorancia supina sobre lo que significan la democracia y la república; es parte de un fanatismo muy negativo, se banaliza el horror que sufrimos en los setentas. Esto se ve claramente en flagrantes contradicciones como cuando el kirchnerismo dice que se defienden los derechos humanos y se apoya a César Milani y se esconde que Alicia Kirchner fue una alta funcionaria del gobierno militar y que hasta Zaffaroni fue uno de sus jueces que negaba habeas corpus presentados por familiares de gente desaparecida.
Hasta tal punto llega el fanatismo de algunos por imponer una memoria (y falseada por no respetar los hechos concretos de la realidad) que en la provincia de Buenos Aires su Congreso sancionó en el 2017 una ley por la cual se obliga a todos los organismos gubernamentales a que, cuando se haga referencia en discursos o documentos a los desaparecidos, se debe decir obligatoriamente que fueron 30.000 mil los desaparecidos. Aunque fuese cierto, es una situación aberrantemente fascista y totalitaria. Desde ya que no es cierto (jamás pudieron presentar una lista de más de unos 8.500 detenidos-desaparecidos ni constatar tal número de detenciones). Labraña y otras personas de aquellos días explicaron de dónde surgió esa cifra de 30 mil que fue una mentira política para presentarla en la Corte Penal Internacional con sede en Holanda; el objetivo era conseguir dinero para costear los gastos de los organismos de Derechos Humanos. Pero insisten en imponer obligatoriedades que se dan de patadas con la verdad histórica.
Nada aprendieron
Hay sectores que luego más de 40 años de producido el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 nada aprendieron. Siguen insistiendo en mentiras y engaños y solo algunas verdades a medias. Construyen un relato mentiroso y hasta contradictorio en sus propias ideas, principios y consignas, como esa de “memoria, verdad y justicia”.
Memoria ya vimos que no es la verdad.
Si buscan la verdad, deben dejar de mentir e imponer un relato ficcional.
Y si buscan justicia, que es lo que corresponde, pongan en el banquillo de tribunales a Zaffaroni, Milani, Alicia Kirchner y a todos los terroristas y subversivos además de a los militares que cometieron aberraciones inconcebibles.
Y dejen de mentir que eso de que “no fue una guerra” ya que sí lo era; y lo era porque los mismos grupos de Montoneros, ERP, FAR, FAP, etc. así lo afirmaron muchas veces en sus publicaciones y en discursos y testimonios dados por los dirigentes mismos de esos grupos terroristas.
El mensaje de los hombres que debieron construir los primeros años de democracia fue “justicia, historia y proyección a futuro aprendiendo de los errores y no volverlos a cometer”. No entendieron. Muchos siguen con su mensaje de odio y violencia además de ser incapaces de aceptar una derrota electoral.
Nada aprenderán
Los fanáticos que solo quieren imponer una visión o versión de lo sucedido; quieren que todos lo repitan. No admiten pensar sobre el período 1973-1976 (y también antes) porque corresponden sus culpas a muchos todavía presentes en partidos políticos (PJ, UCR, y todos los de la izquierda) y sindicalistas, entre tantos otros.
El fanatismo es enemigo de la Historia como ciencia. Necesitan imponer un relato, una memoria limitada para proteger intereses todavía vigentes.
A muchas personas les falta aprender hasta cuestiones que son básicas. ¿O es que todavía hay gente que vive en la década de 1970? Tienen la idea de hacer otro golpe, de hacer caer a un gobierno elegido democráticamente. Y adoctrinan a los menores en esto. Es gravísimo.
Concluyendo
Lo que hemos planteado no es una cuestión de opinión o de interpretación. Es cuestión de respetar al otro y a la verdad histórica. Las mentiras y las construcciones falaces sobre nuestra historia no ayudan a aprender de nuestros errores. Y así, las nuevas generaciones volverán a repetirlos pero esta vez porque están envenenados de mentiras.
Una república se construye sobre el respeto a uno mismo, a los demás, al contrato social construido por todos respetando las leyes vigentes. El sistema democrático permite la expresión de los disconformes y también que presenten sus propios proyectos de ley para solucionar problemas vigentes en paz. Pero no, se empecinan en la violencia, el insulto, la agresión, la desestabilización, el denigrar al que piensa distinto. Esa gente no es democrática, es fascista, es autoritaria.
- Piden verdad, y mienten.
- Piden memoria, pero es un relato lleno de mentiras y algunas verdades a medias.
- Piden justicia, pero en realidad es venganza.
Dicen ser democráticos, pero son autoritarios.
Esa gente, nada aprendió, nada sabe sobre democracia y república. Nunca leyeron siquiera el preámbulo de nuestra Constitución Nacional.
En este país no podemos seguir siendo Argensauria. El respeto mutuo y la justicia son esenciales para construir la República Argentina.
Y para terminar...
El pasado...
- Se puede olvidar y así repetir los mismos errores.
- Se lo puede recordar y así evitar que los errores se vuelvan a repetir.
- Se lo puede tergiversar y manipular al pasado mintiendo.
Las heridas dolorosas ya deberían estar cerradas por el tiempo transcurrido y por conocer la verdad y hasta haber enjuiciado a muchos de los responsables, aunque no a todos y eso es una deuda social, política y jurídica enorme.
No son capaces de ver las verdades del pasado ni mirar hacia adelante a ver qué hacemos con nuestras vidas y con las de las generaciones que vienen destrás nuestro.