Y también está llegando a muchas escuelas de gestión privada.
Para las jornadas de septiembre 2014 del P.N.F.P. (día 30 en San Nicolás, provincia de Buenos Aires), nos piden ir con el siguiente texto leído…
Kaplan, Carina (2006),
La inclusión como posibilidad (texto viejo para la realidad actual, salvo que el gobierno considere que desde el 2006 nada se avanzó... Algo que me llama la atención atento al "relato de la década ganada"). Esta persona se presenta como “Consultora de ministerios nacional y provincial” en sus redes sociales como
LinkedIn, es decir, por si alguien no la conoce, es otra de las responsables del desastre que es la educación argentina actual.
En este trabajo plantea…
- Desigualdad social y educativa: Implica mirar la pobreza y la violencia estructural que condiciona a niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
- Los alumnos tienen baja autoestima porque la sociedad los excluye.
- En la escuela aprenden a revalorizarse.
- ¿Qué procesos y qué relaciones sociales se verifican en aquellas instituciones que permiten construir prácticas biografizantes para los actores? ¿De qué modo las instituciones refuerzan implícitamente la desigualdad?
- Década de los ’90: Proceso de incremento de la desocupación, la pobreza y la desigualdad. Aumenta la exclusión social.
- Escuela secundaria: Fue concebida para unos pocos. Aun hoy conserva prácticas y actitudes de relegación de los estudiantes. La escuela ha excluido a individuos y grupos vulnerables por factores socioeconómicos, culturales, raciales, étnicos, género.
- Hoy se le pide a la escuela: Cumplir funciones socio-asistenciales.
- Hoy políticas educativas: Intentan superar las deudas para con los sectores y grupos pobres y empobrecidos.
- Hay que superar prácticas de exclusión. Eliminar la discriminación (explícita e implícita).
Mis anotaciones al respecto:
“Miente, miente y algo quedará”… ¿Era así el dicho? Yo no sé si esta gente de FLACSO “es” o “se hace”. Desde 1991 que vienen dele y dele con el tachín-tachín que después arreglan y cambian el verso para seguir diciendo siempre mismo y la educación argentina cada vez más abajo y abajo y abajo. ¿Hasta cuándo tendremos gobiernos que toman como guía a estos “pedagogos de escritorio”?
Encima, se prenden en mentiras inconcebibles sobre la historia de la educación argentina negando que en el pasado la escuela pública no era discriminatoria ni segregacionista; todo lo contrario y fue ejemplo para todo el mundo por su calidad y sus logros incluyendo a todos los sectores sociales. Que tenía problemas es cierto y lógico, todas las instituciones los tienen. Pero una cosa es corregir los problemas existentes y otra muy diferente es destruirla como institución y convalidar el proceso social de destrucción de los valores asociados con el estudio, el esfuerzo, el respeto, el mérito…
Y como si fuera poco, ponen el acento en lo sucedido durante la década de 1990 ¡cuando ellos fueron los “cerebritos” que manejaron el sistema educativo del país! Inconcebible es que haya docentes que avalen semejantes contradicciones y disparates.
Con el versito de la “inclusión” se ha convalidado una arbitrariedad tras otra. Por este camino y con esta conceptualización de “inclusión” que hoy nos imponen, acentuamos el “pobrismo” que reproduce y naturaliza las condiciones sociales y culturales hoy existentes porque la escuela solo les da a los alumnos lo mismo que ya tienen en sus grupos de referencia. El camino para “incluir” de verdad y terminar con la pobreza estructural es totalmente diferente.
Y, como siempre, la culpa es “de otro” y ahí los docentes reciben las críticas como si fuesen los únicos actores de esa institución. No se tiene en cuenta que la escuela tiene otras personas; padres y alumnos jamás parece que deben tener y ejercer valores, esfuerzo, dedicación, estudio, respeto, presencia (no faltar).
La escuela es vista por muchísima gente como “algo” que hay que pasar porque es obligatoria y esquivarle a todo lo que tenga que ver con el “hacer” (estudiar, estar presente, realizar trabajos, etc.). Pero también sirve para cobrar planes. No se tiene el concepto de que estudiar es trabajar, hacer un esfuerzo.
Los padres no asumen el rol de padres (por ejemplo, los dejan solos o quieren ser amigos de sus hijos). Los padres “simbólicos” (desde la óptica freudiana) desaparecieron (o quedan muy pocos). El docente no lo puede suplir y menos con 2 horas semanales de contacto con los alumnos.
Nos llenaron de mentiras en los últimos 20 o 30 años. Nos metieron el diagnóstico permanente y la falta de acción quitándole la autonomía de decisión a las escuelas y a los docentes les quitaron autoridad y respeto por su trabajo; encima, lo degradaron en su calidad formativa. Nos dijeron que todo debe ser fácil, la escuela garantista, facilista, el cuentito de la “inclusión”, la escuela como club que no se ocupa de los saberes; la escuela cumple el rol de “corralito pedagógico”, que los chicos no “jodan” en la calle, en el barrio o en la casa.
La escuela requiere esfuerzo. Para que de resultado, necesita clima y actitudes de trabajo y de estudio.
¿Resultado de la actualidad? Alumnos totalmente ignorantes de saberes y de actitudes positivas para incorporarse a la sociedad como adultos.
Es vergonzoso ver cómo se convalidan prácticas reñidas con la educación institucionalmente. Se regalan títulos por todos lados y de todas las formas posibles. Los alumnos regulares (o regulares inventados) obtienen títulos sin saber. Se regalan títulos con malos “FINES 1 y 2” y demás planes regala-títulos. Se convalidan y se toman como normales prácticas sociales que están tipificadas como delito en el código penal. Se forman las nuevas generaciones en creencias equivocadas sobre cómo es la vida en el mundo (el sin esfuerzo, sin trabajo, dame y nada me pidas a cambio). Y siempre hay que buscar culpables, de otro modo, el “relato” no funciona. Y los culpables, para toda esta fantochada, son todos los docentes, sean buenos o malos, comprometidos o no.
Es vergonzoso ver cómo se convalida la destrucción del futuro realizando prácticas que atentan contra todo lo que ya sabemos por diferentes ciencias, estudios y ejemplos de cómo lograr buenos resultados.
¿Acaso los docentes, por el solo hecho de ser docentes, no deberían saberlo y aplicarlo? ¿Cómo es posible que acepten que una institución tenga desdibujadas a sus autoridades, prácticas cotidianas, valores, objetivos, funciones y hasta quiénes son los diversos actores que en ella realizan prácticas sociales diariamente?
Hay cómplices por todos lados. Gente que dice tener un “título docente” pero aplica todo lo contrario de lo que un “docente” debería saber. Es más, hoy (2014) y desde hace tiempo, al frente de la educación de la provincia de Buenos Aires tenemos a una persona ¡que no es docente!
Luego, cuando los resultados saltan a la vista con la fuerza de una maza de 100 kg, miran para otro lado con cara de “yo no fui”. Porque nunca dan la cara. Políticos y sindicalistas, malos docentes y malos padres… Solo quieren no tener problemas; miran para otro lado y le echan la culpa a “otro”, un “otro” que ya fuera descubierto por Tato Bores.
Sigamos así, total, pareciera que a nadie le importa hacer las cosas como corresponde. Por ello, parece que lo mejor que podemos hacer para quedar bien con esta realidad es preparar el vermouth con papas fritas y… ¡Good Show!